lunes, 10 de abril de 2017

Biografía de un rara avis



En el año 1986 Omar Bouhid a quien conocí en el semanario "Alternativa" nos propuso a Inés Olmedo, Gustavo Fernández y a quien escribe, realizar una exposición sobre historietas.
Omar también convocó para la muestra a Elbio Gandolfo, quien con extrema generosidad aceptó escribir el texto para el catálogo y también fue quien le puso nombre a la exposición: “Máquinas de no soñar”.

La propuesta no era muy clara y eso resultó un beneficio. Se trataba de tomar como idea rectora a la historieta como lenguaje, pero con un criterio experimental, muy especulativo en donde el tradicional desarrollo de viñetas contando una historia podía ser tomado con gran libertad.

El proyecto me resultó atractivo, por quienes me acompañarían en dicha muestra y además porque por ese entonces yo trabajaba como ilustrador y había incursionado no sólo en la historieta sino también en la ilustración periodística y en la caricatura.

Mi formación había sido en una escuela de arte y mis referentes hasta ese entonces habían sido pintores, escultores y arquitectos. Yo sentía que el arte debía ser magno, sublime y por lo tanto debía abordar grandes temas de profundísima significación. ¡Yo quería ser un gran pintor! No me cabía la menor duda. Sin embargo al comenzar a trabajar en la prensa escrita como dibujante, comencé a descubrir un mundo soterrado que involucraba a las artes que yo consideraba por ese entonces menores, me refiero a las disciplinas antes mencionadas: ilustración, caricatura, historieta, etc.

Por la propia dinámica del trabajo fui conociendo personalmente o través de sus trabajos a notables dibujantes de prensa de nuestro medio como Hogue, Ombú, Arotxa, Mingo Ferreira entre otros.

Mis convicciones acerca de lo sublime del llamado gran arte comenzaban a tambalear.

Un día caminando por 18 de julio quedé absorto ante un quiosco que entre decenas de diarios y revistas colgaba una portada de la revista Humor realizada por el argentino Carlos Nine, pocas veces había sentido tal emoción y admiración ante una imagen. ¡Y estaba frente a un quiosco!

A partir de ese momento sentí una enorme avidez de ahondar en ese mundo de las llamadas artes populares y fue así que conocí a "Little Nemo" de Winsor McCay, "Krazy Cat" de George Herriman, las historietas de Moebius, las ilustraciones de Brad Holland, Jean-Michel Folon, Saul Steinberg, Norman Rockwell, las caricaturas de Hermenegildo Sábat, David Levine entre otros, parecía que había otra historia del arte de la cual nadie había hablado.

Más allá de las virtudes dibujisticas de los artistas antes mencionados, lo que valoré y aún valoro de éstos, es la capacidad natural, lisa y llana de comunicar ideas a un público vastísimo sin necesidad de que éste fuera formado en arte y sin que mediara un texto inextricable que pretendiera explicar lo que los ojos ven.

Ésa fue una etapa de revelación en la cual me di cuenta que las fronteras entre los grandes artistas de la historia del arte que admiraba y aún admiro, eran muy difusas o inexistentes en relación a los artistas llamados populares.

El trabajo, que muestro a continuación, “Biografía de un rara avis” fue un libro en el cual opté por contar una historia en donde cada página oficiaba como viñeta y estaba resuelta con una técnica diferente.

La historia en cuestión fue una pequeña autobiografía que pretendía parodiar la soberbia de algunos de mis amiguitos artistas que se dedicaban al gran arte.

Tengo un sentimiento de profunda nostalgia, pero de la linda, de la que nos esboza involuntariamente una sonrisa mientras recuerdo el librito y mi trabajo en prensa de mediados de la década del ochenta.

He perdido muchos años en busca de lo grandioso, recién hace cuatro años he vuelto al espíritu de aquella época y del libro. No he sido un gran pintor como anhelaba, soy un dibujante. No he contado grandes relatos y he naufragado un cuarto de siglo en la duda, pero afortunadamente me he curado de la solemnidad, ya no temo a lo cursi, es más adoro lo cursi y me he quitado un enorme peso de encima y me siento como diría el querido Maestro Espinola Gómez "feliz como chancho entre los boniatos", y se lo debo a aquella época y en particular a este querido librito.

Salú.


    Portada



    Medidas del libro 37 X 42 X 5 Cms.



    "Ya cuando era así de chiquito odiaba lo vulgar"



    Siempre me movió un obsesivo deseo de llamar la atención"



    Admiraba lo único, lo que los demás no podían hacer ni tener



    Con el tiempo el afán de llamar la atención me llevó a verdaderas excentricidades



    Y un buen día, en un rapto de agudeza y lucidez, comprendí que diferenciarse por fuera no tenía      ningún valor


    A partir de ese momento leí mucho, medité, hablé con gente inteligente, en una palabra...modelé   mi interior



    Y me fue revelada la verdad...yo era un intelectual



    Y hoy puedo concluir con absoluta certeza que soy ÚNICO...sencillamente IRREPETIBLE











    Dedico humildemente este librito a todos mis colegas



DETALLES
















FIN









Biografía de un rara avis



En el año 1986 Omar Bouhid a quien conocí en el semanario "Alternativa" nos propuso a Inés Olmedo, Gustavo Fernández y a quien escribe, realizar una exposición sobre historietas.
Omar también convocó para la muestra a Elbio Gandolfo, quien con extrema generosidad aceptó escribir el texto para el catálogo y también fue quien le puso nombre a la exposición: “Máquinas de no soñar”.

La propuesta no era muy clara y eso resultó un beneficio. Se trataba de tomar como idea rectora a la historieta como lenguaje, pero con un criterio experimental, muy especulativo en donde el tradicional desarrollo de viñetas contando una historia podía ser tomado con gran libertad.

El proyecto me resultó atractivo, por quienes me acompañarían en dicha muestra y además porque por ese entonces yo trabajaba como ilustrador y había incursionado no sólo en la historieta sino también en la ilustración periodística y en la caricatura.

Mi formación había sido en una escuela de arte y mis referentes hasta ese entonces habían sido pintores, escultores y arquitectos. Yo sentía que el arte debía ser magno, sublime y por lo tanto debía abordar grandes temas de profundísima significación. ¡Yo quería ser un gran pintor! No me cabía la menor duda. Sin embargo al comenzar a trabajar en la prensa escrita como dibujante, comencé a descubrir un mundo soterrado que involucraba a las artes que yo consideraba por ese entonces menores, me refiero a las disciplinas antes mencionadas: ilustración, caricatura, historieta, etc.

Por la propia dinámica del trabajo fui conociendo personalmente o través de sus trabajos a notables dibujantes de prensa de nuestro medio como Hogue, Ombú, Arotxa, Mingo Ferreira entre otros.

Mis convicciones acerca de lo sublime del llamado gran arte comenzaban a tambalear.

Un día caminando por 18 de julio quedé absorto ante un quiosco que entre decenas de diarios y revistas colgaba una portada de la revista Humor realizada por el argentino Carlos Nine, pocas veces había sentido tal emoción y admiración ante una imagen. ¡Y estaba frente a un quiosco!

A partir de ese momento sentí una enorme avidez de ahondar en ese mundo de las llamadas artes populares y fue así que conocí a "Little Nemo" de Winsor McCay, "Krazy Cat" de George Herriman, las historietas de Moebius, las ilustraciones de Brad Holland, Jean-Michel Folon, Saul Steinberg, Norman Rockwell, las caricaturas de Hermenegildo Sábat, David Levine entre otros, parecía que había otra historia del arte de la cual nadie había hablado.

Más allá de las virtudes dibujisticas de los artistas antes mencionados, lo que valoré y aún valoro de éstos, es la capacidad natural, lisa y llana de comunicar ideas a un público vastísimo sin necesidad de que éste fuera formado en arte y sin que mediara un texto inextricable que pretendiera explicar lo que los ojos ven.

Ésa fue una etapa de revelación en la cual me di cuenta que las fronteras entre los grandes artistas de la historia del arte que admiraba y aún admiro, eran muy difusas o inexistentes en relación a los artistas llamados populares.

El trabajo, que muestro a continuación, “Biografía de un rara avis” fue un libro en el cual opté por contar una historia en donde cada página oficiaba como viñeta y estaba resuelta con una técnica diferente.

La historia en cuestión fue una pequeña autobiografía que pretendía parodiar la soberbia de algunos de mis amiguitos artistas que se dedicaban al gran arte.

Tengo un sentimiento de profunda nostalgia, pero de la linda, de la que nos esboza involuntariamente una sonrisa mientras recuerdo el librito y mi trabajo en prensa de mediados de la década del ochenta.

He perdido muchos años en busca de lo grandioso, recién hace cuatro años he vuelto al espíritu de aquella época y del libro. No he sido un gran pintor como anhelaba, soy un dibujante. No he contado grandes relatos y he naufragado un cuarto de siglo en la duda, pero afortunadamente me he curado de la solemnidad, ya no temo a lo cursi, es más adoro lo cursi y me he quitado un enorme peso de encima y me siento como diría el querido Maestro Espinola Gómez "feliz como chancho entre los boniatos", y se lo debo a aquella época y en particular a este querido librito.

Salú.


    Portada



    Medidas del libro 37 X 42 X 5 Cms.



    "Ya cuando era así de chiquito odiaba lo vulgar"



    Siempre me movió un obsesivo deseo de llamar la atención"



    Admiraba lo único, lo que los demás no podían hacer ni tener



    Con el tiempo el afán de llamar la atención me llevó a verdaderas excentricidades



    Y un buen día, en un rapto de agudeza y lucidez, comprendí que diferenciarse por fuera no tenía      ningún valor


    A partir de ese momento leí mucho, medité, hablé con gente inteligente, en una palabra...modelé   mi interior



    Y me fue revelada la verdad...yo era un intelectual



    Y hoy puedo concluir con absoluta certeza que soy ÚNICO...sencillamente IRREPETIBLE











    Dedico humildemente este librito a todos mis colegas



DETALLES
















FIN









lunes, 20 de febrero de 2017

EL BOCETO: LA TRASTIENDA DE LO QUE SE MUESTRA



La realización de una imagen exige especulación y esto lleva a un pensamiento basculante entre la certeza y la duda.

Lo que sí queda claro y no hay ninguna duda, es que quien quiera configurar una imagen no puede tener un pensamiento meramente contemplativo.
Este pensamiento que dibuja en nuestro cerebro retazos de la imagen perseguida, nos lleva inmediatamente a una graficación torpe o en el mejor de los casos fluida y fresca pero muy distante aún de la imagen a concretar.
El acto de bocetar es una de las instancias más efusivas del proceso hacia la imagen perseguida. En él se ve claramente, sin ningún tipo de cosmética al realizador despojado de todo artilugio que busque la seducción del espectador. Y es que el boceto no está pensado para ser presentado en sociedad.
El boceto es tal vez el momento más introspectivo, más tímido, más furioso, en definitiva más vital del acto de dibujar.
En lo personal siempre me he sentido más atraído por los bocetos de los artistas que por sus obras terminadas, siento que miro sobre sus hombros en la soledad de sus talleres y observo como un intruso, esa tenaz lucha entre líneas y manchas  que me hablan más de ellos que sus trabajos consumados.
He hurgado en el estante inferior de la mesa que utilizo para dibujar donde guardo viejas carpetas de bocetos que mis gatos utilizan para sus eternas siestas.
Al mirar lo que contenían estas carpetas he vuelto a vivir con nostalgia cada trazo, cada  mancha, cada arrepentimiento, con la familiaridad con que se mira un viejo álbum de fotografías.
Sólo quería compartirlo con ustedes, mostrar la trastienda de lo que se muestra.






Sanguina, carbonilla lápices pastel




Sangina




Carbonilla y lápices pastel




Grafo




Acuarela




Carbonilla y lápices pastel





Grafo





Grafo y fotocopia





Carbonilla y acuarela





Pastel





Acuarela






Acuarela





Acuarela







Carbonilla y acuarela






Grafo





Grafo





Carbonilla y acuarela





Acuarela





Lápices pastel





Grafo





Pastel





Grafo



Grafo (detalle)




Grafo (detalle)




Grafo (detalle)




Pluma y tinta





Grafo






Acuarela





Acuarela





Lápiz sepia





Acuarela





Carbonilla












Tinta china y nogalina




Grafo y pomada para zapatos





Samguina





Marcador, crayola y acrílico