Exposición de Danilo Rolando en el Museo Departamental de San José - abril de 2014.
De profesión médico-psiquiatra y psicoterapeuta psicoanalítico, Danilo Rolando ha tenido una dilatada y connotada carrera en estas áreas de la medicina.
Desde hace un tiempo (no mucho) ha incursionado en la pintura con la misma pasión y rigurosidad con la que antes había dedicado a su carrera. Este aspecto es especialmente resaltable ya que Danilo Rolando no ha optado por la pintura como un pasatiempo sino que es una nueva etapa de su vida, la cual desarrolla con el mismo espíritu extremadamente riguroso que antes dedicaba a la medicina.
Conocedor por su profesión de los oscuros laberintos de la mente humana, sabe que los mismos siempre ocultan la obviedad y que cada acción por nimia que sea es símbolo de otra cosa. Esto sin duda es un terreno allanado para comprender el arte y la capacidad que el mismo tiene para comunicar a través de símbolos. Pero una cosa es interpretar símbolos (que obviamente no es poca cosa) y otra cosa es generarlos.
Ahora el médico se desdobla en el analista y el paciente y debe transitar por un territorio difuso tratando de encontrar luz, una salida, una certeza.
El acto de pintar es a la vez una inmersión y una salida de la duda, la certeza de lo hecho se presenta como revelación y escapa al juicio racional, y cuando hay suerte se tiene la plena convicción de que la imagen creada devuelve a su creador de forma especular su propia imagen.
La presente exposición muestra una serie de trabajos en los cuales Danilo Rolando ha encontrado una extraña familiaridad que lo representa.
Su pintura no es el fruto de una dilatada reflexión en la cual se realizan estudios preliminares, su trabajo es de acción y en el proceso de pintar aparece la imagen y cuando él a modo de espejo se ve reflejado en la misma se detiene: lo dicho, dicho está.
La pintura para Rolando no es un cómodo disfrute sino que es un campo de batalla en el cual se obstina en encontrarse a sí mismo.
La materia pictórica aplicada, quitada, empastada, velada y raspada, van generando una espacialidad que a modo de palimpsesto muestra y oculta a la vez frases pictóricas mutiladas que nos acercan y luego escapan a una posible interpretación literal.
Su trabajo es comunicación visual pura, cree en la propia gramática de la imagen y en la capacidad que ésta tiene de generar emociones en el espectador, jamás recurre a sensibleros golpes bajos, su trabajo es sobrio y a la vez exuberantemente pictórico, pero distante.
La ambigüedad de su pintura, coloca al espectador en el mismo lugar incómodo en el que antes estuvo su creador y esto es uno de los grandes méritos de un artista; no dar certezas llanas sino generar preguntas.
Esta serie de pinturas forman un cuerpo sólido y contundente y es el fruto de una labor sostenida y obsesiva en la cual Rolando se ha embarcado para cazar esas imágenes casi inasibles que habitan su mente.
Danilo Rolando expone o tal vez mejor dicho se expone, aprovechemos la oportunidad el doctor se ha transformado en paciente.
Álvaro Amengual
Marzo de 2014